domingo, 13 de noviembre de 2016

Con motivo del 25 N Día Internacional Contra la Violencia De Género

Después de algún tiempo con el blog parado volvemos. 

Y lo hacemos en un mes con una fecha marcada en el calendario para nosotros y nosotras, el 25N, día internacional contra la Violencia de Género. Volvemos para denunciar, como debemos hacerlo todos y cada uno de los días de todos y cada uno de los años que queremos que las mujeres no mueran por ser mujeres, que las/nos queremos vivas. Vivas y libres para decidir/que decidan sobre todos los ámbitos de su vida. 

En España, las asesinadas por la violencia de género aumentan cada año. Las cifras son escalofriantes y siguen en aumento. Es necesario vertebrar políticas comunes que acaben con esta lacra social que sufrimos/sufren las mujeres. 

Desde el blog, este mes queremos dar voz a los testimonios de mujeres que han sufrido violencia de género, de mujeres valientes que han podido salir y de como hay otras a las que les han arrebatado sus vidas. También publicaremos diferentes artículos sobre violencia de género en diversos ámbitos de la estructura social y de la vida de las mujeres. 

Hoy, os dejamos con el primero de éstos testimonios. 

"Desde el infierno.

Cada vez que sale el tema de la violencia de género me cuesta expresar con claridad una opinión. Y no es que no la tenga, la tengo y es firme y clara. No, no es eso. Es que los sentimientos me ahogan las palabras.

No existe un perfil definido para entrar en el terrible grupo de las mujeres maltratadas. No importa tu nivel cultural, tu inteligencia, tu nivel económico. Desgraciadamente en eso nos igualamos. Lo único que tiene que ocurrir es que un maltratador se cruce en tu camino y no tener las herramientas necesarias, y claves, para saber reconocerlo. Es posible que, incluso teniéndolas, caigas en la trampa. Porque cuando te enamoras bajas la guardia, y es lógico que lo hagas, lo que no es normal es que una persona que dice quererte busque tu destrucción.

Yo me enamoré y no vi las señales. Ahora, con el tiempo y la distancia, si las veo. Nítidas, claras. Estaban ahí, pero no supe traducirlas. Por cada mal gesto, por cada grito, por cada insulto, venía una caricia, un regalo, un lo siento. Al principio lo dejas pasar. Tiene un mal día, o un carácter fuerte. Pero sutilmente, sin que te des cuenta, cada palabra hiriente, cada desprecio, te va calando, te va destruyendo.Hasta que consigue que pienses que la culpa es tuya. Y ese sentimiento de culpa, de no hacer bien las cosas, de hacer infeliz a la persona que quieres, de inutilidad, te va destrozando. Te autodestruyes.

Él sentía celos infundados por todo lo que me rodeaba. No podía salir sin él, me controlaba al minuto los horarios de entrada y salida del trabajo. No podía tener amigos, porque mis amigos buscaban algo más que amistad. Dejé de maquillarme, vestía ropa para ocultarme de miradas ajenas. Sentía miedo, vivía con miedo. Él me iba alejando cada día más de todo. De mis amigos, de mi familia. Me iba aislando en una casa que era mi cárcel. 

No le dije nunca nada a nadie. Me daba vergüenza. Me sentía culpable de todo lo que me pasaba. La culpa era mía, estaba tan convencida de ello. Insegura. Sola. Pequeña, muy pequeña. Nadie sospechaba nada. Él era el alma de las fiestas, sociable, amable, divertido… El infierno me lo reservaba a mí.

Tuve la suerte de tener un punto de inflexión. Una serie de circunstancias que me forzaron a mirarme desde el otro lado, y no reconocerme. Una mañana me armé de valor y salí huyendo de esa casa, de esa vida, con mi ropa y poco más. Asumí deudas comunes, todo, con tal de alejarme de ese infierno.
Mi familia me acogió sin hacer preguntas. No hablé de ello hasta dos años después, a mi madre, entre lágrimas. Yo por no habérselo dicho, ella por no haber podido protegerme. Esa imagen me sigue rompiendo. 

No denuncié. El maltrato psicológico es muy difícil de probar y recibí amenazas suyas y de su entorno si denunciaba. Cuando salí de esa casa estaba psicológicamente desecha, incapaz de verbalizar todo lo que había vivido, incapaz de asumirlo, culpándome de todo. Rota. No tuve la fuerza ni el valor de enfrentarme a ello, a él, en un juicio. Hice mal, con el tiempo me di cuenta. Pero hice lo que pude hacer en ese momento, no me culpo por ello. 

A día de hoy, diez años después de mi huida hacia delante, aún me cuesta verbalizarlo. Las situaciones, los sentimientos, las palabras me desbordan. Cada nuevo caso de violencia de género me remueve por dentro. El nudo en el estómago, en la garganta, las ganas de gritar, de llorar.
Sé que no fue culpa mía, no hice nada para merecer el maltrato. No es culpa nuestra. Somos víctimas. Y también sé que he tenido suerte, porque fui capaz de salir de allí, porque sólo me levantó la mano una vez. Otras no la tienen.

No dejemos nunca de luchar por ellas. Seamos su voz cuando sus palabras se ahogan. Nadie, nadie, se merece vivir ese infierno."


#Nosqueremosvivas
#NiUnaMenos

No hay comentarios:

Publicar un comentario